— ¿Cuánto... tiempo? — Pestañeos curiosos invadieron el gesto confuso de la joven. Llevándose el dedo índice al labio inferior, bajo un roce superficial, meditó escasos segundos.
— Unos minutos... Eso creo. Iba camino al pueblo, aquel. みられますか? — El dedo reposando en su boca pasó a apuntar un estrecho camino, flanqueado por árboles de diferentes tamaños, arbustos y flores variopintas.
— Ahí. Te encontré dormido. ¿Te encuentras bien? — Encontrándose con su falta de modales, las mejillas se vieron teñidas por un tenue rubor.
— Mi nombre es Yuki. Gomen ne. Debí decirlo antes. —
