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El azul del cielo esparce su alcance sobre toda la creación. Un paraíso que no era territorio humano, pero si explorado por guerreros valientes, guerreros de toda clase y casta, de todos los lugares del mundo y convergen justo aquí, en el corazón de este bosque.

Todo se ilumina de la luz, propia de un halo celestial, llenando la inmensidad de claridad suficiente, aunque el bosque gigante era una excepción, ahí reinaba el misterio. Los árboles arremolinandose y escalando hasta rasguñar el cielo estremecen con su altura, cautivan y coronan ese espacio abierto lleno de verdor.
 
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PetraRall · F
-La pelinaranja no surcía los labios con esas suaves palabras incrustadas en esos delgados plexos. Su voz inexistente como su presencia ya "ida" estaba corroída por tanta frustración, y entre tanta mala racha renacía esperanza ilusoria, pero tan brillante como esos botones celestiales que despedían fulgor en los cielos opacos.

Su pecho, lleno de incertidumbre latía, componía, quizá la más agonica sinfonía. Tan breve desfallecimiento merecía el susurro de la noche, sí, esos pequeños grillos cantar, ese velo de las hojas estremecerse con brisa, esos buhos en sus interminables guardias relacionando sus sonidos con vida. Sí, aquel panorama lleno de composiciones naturales traían su espíritu derrotado a la vida, vivificado, exaltado con el aroma a menta de los gigantes eucaliptos. Fue ese el somnífero que llevó a la mujer a conciliar un dulce y tierno adormecimiento, esa anestesia nocturna pausando su pecho. El brazo de la noche la acunaba y así protegía a la semejante
 
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