— Tienes razón, jovencita. Así mismo, muchos los guardamos en un cajón. Madurar y crecer son cosas diferentes. Nuestro corazón nunca debería dejar de sonreir como en la primera vez que abrirmos un regalo en navidad. — Inquirió y regaló una sonrisa tan grácil como efímera.

— Cuando era niño me encantaba visitar el Astraacuario. ¿Te gustan las estrellas? — Junto a su pregunta un pequeño chasquido estelar se propicio como un fuego artificial endeble que se perdió en el aire pero al poco tiempo una pantalla de figuras como si de un holograma se trata se proyectó por breves instantes. En ella, podía verse la figura de varias especies marinas en el cosmos. Parecía irreal, pero era fauna capaz de navegar a través de las corrientes nébulosas.

— Del lugar donde vengo, este sitio es muy famoso. Agua y estrellas, siempre son una combinación increíble. ¿No crees?