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Enarca una ceja, y moviendo divertido su cabeza le hace entender una cosa: No le importaba si se enojaba. Para el azabache molestarla era su forma de expresar su afecto. Eso y dar cosas. Y antes que una patada o puño volaran hacia él apresura en sacar unos boletos que no duda en entregarle.

—Vine a dejarte esto, pero no sabía dónde estabas, así que conseguí tu ubicación, tus vecinos fueron muy amables.

Declara risueño, ya después vería qué hacer con esos inconvenientes.
 
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