salud de aquello; sin embargo comenzó a toser, cubriendo sus labios con la mano libre sólo para encontrarse con hilillos de sangre, no eran a causa del golpe, no, eran el recuerdo latente de una maldición consumiéndola por dentro. Se tensó, mas no hizo aparatosa la situación pues ya había lidiado antes con la impotencia, la frustración de un destino lastimero y fatal después de todo. Y ante ello, dio un trago largo y pesado, apoyándose de la mesa.— Tendrás todo el prana que necesites, no tengas duda de ello... Nos regocijaremos en la sangre de aquellos que no quieran obedecer; así será.
