— ¿No te parece fascinante? La belleza de los felinos, su ternura que esconde su fiereza, no son más que criaturas fascinantes al igual que extraordinarias, vamos, acércate a escuchar el rugido del león.
- Se le escapó una risa divertida ante el pequeño toque en su nariz, cosa que imitaría para ahora picarle la mejilla. Asintió lentamente pues había entendido sus palabras, le alegraba bastante que Mikhail respetara cualquier forma de vida. Así que sin más con cuidado se fue acomodando justo sobre donde reposaba su brazo, no sin antes retirar el ajeno. -
— ¿Qué haces desde aquí? ¿Reinas con justicia y valor o solo es para una fotito?
