Mil vidas no bastan para amarnos, mi amor, tu bien lo sabes, la muerte no me alcanza, mucho menos, para adorarte como deseo.

[code]Con la derecha, sujetó uno de tu pechos, sus dedos envolvían la carne de tu busto, apretujándolo y masajeándolo en círculos, la zurda, se encargó de frotar tu entrepierna, mientras la cadena que ataba tu cuello quedaba enredada en la muñeca siniestra de tu dueño, este, se dedicó a tocarte de forma deseosa, abriendo lo que serían sus fauces, emanando su enorme lengua cálida, con la que penetró tu oreja metiéndola y sacándola por el canal auditivo.[/code]