Si su mirada había demostrado un ligero reproche antes, ahora tenía claras muestras de enojo; por desgracia, que sus facciones fueran tan delicadas y que sus mejillas se inflaran por el disgusto, no ayudaron a hacerla ver tan seria como ella quisiera. Cerró el puño derecho e, inclinándose hacia el frente, tiró de su párpado inferior izquierdo con la mano correspondiente, volviendo a mostrarle la lengua. —¡Ríete lo que quieras! ¡Ya no te quiero! Piiii... —Y, completamente molesta, se dio la vuelta para retirarse de ahí. (?)