**Cuando el mayor desgarra su ropa, apenas puede ser conciente de ello, y mucho menos evitarlo u objetar nada. Los golpes y el hecho de casi haber vomitado lo han dejado sin fuerza alguna para seguir con la actitud burlona u hostil.
Sin embargo, para tirarlo de aquella manera y poder realizar lo que está por hacer, tendría que desatarlo de la silla. Apenas siente cuando es levantado de los cabellos. Mas cuando es arrojado al suelo, el dolor de la caída lo hace regresar en sí; y, al sentir como el falo ajeno entra a su cavidad, desgarrando su interior, abriéndolo de golpe; un tortuoso grito es proferido por el chico.
Los golpes, los cortes, y el cuchillo en su muslo que aún sigue ahí, le hacen imposible huir por más que lo desea. Y mientras es penetrado por el mayor, sin poder contenerlo ya, no evita exhalar amargos sollozos, junto con lágrimas que emanan de sus ojos, sin ser capaz de detenerlas.**