-La mujer se gira bruscamente cuando las cortinas de esa hinóspita y extraña casa son agitadas por la fuerza del viento, haciendo que gira sobre sí misma para mirar esas telas colgantes sin dejar de prestar atención ante cualquier movimiento o sonido si que se trataba de una especie de trampa.
Escucha la canción proveniente de una voz femenina pero no podía saber donde se encontraba la dueña de esa voz, de esa canción triste y meláncolica. La guerrera alada se acerca a la escalera central de la mansión comenzando a subir por la misma, dejando guiar por aquella voz mientras toma su maza que irradia una leve luz dorada, con un leve chasquido de electricidad, iluminando un poco a su alrededor hasta la luz se hace más fuerte cuál antorcha fuese.-
