Lamento haberte citado a esta hora, trataré de ser breve. -Se mantuvo en silencio unos pocos segundos mientras su mirada de momento no podía centrarse en los ojos del mayor, a su vez que sus manos se cerraron, temblorosas y se acomodaron a sus costados aferrándose a sus ropajes. Unos instantes se armó de valor y en un suspiro pesado llevó sus ojos a él.- ¿Me odias, Mitsutada?
La respuesta es muy sencilla. -Se tomó su tiempo antes de contestar. Rebusco en su chaqueta una pequeña cajetilla de cigarrilos. Era un vicio que había adquirido en el momento que dejó a su antiguo ser en el pasado. Encendió un cigarro y exhalo todo el humo en la cara de Máximo sin ningún tipo de vergüenza.-
Vine aquí para reafirmar que tu presencia ya no provoca nada en mi...
