¿Que? ¿Acaso no sabías que las maldiciones se rompen con sangre?
-Suspiró y se abrazó al cuello de su querido padre, ya "sanguíneo" Lo libera después de extrangularlo un rato, para ponerse en pie, ahora notaba como si había algo de gente en los alrededores, sin embargo los estratos arbustivos habían resguardado el inusual acontecimiento.
Le ofrece la diestra para levantarlo.-
De verdad, estás muy joven para ser padre, pero es tu culpa, por no controlar tus pasiones.