—Y esa pasional danza entre sus bocas, la cual prolongada con ansia y anhelo, se extendió, no supo por cuánto tiempo, ni quería saberlo. Con el pesar del alma pareció interrumpir el encuentro; le miraba a los ojos, con sus níveos pómulos ahora teñidos de un cándido rubor.—

S-Suficiente exhibicionismo para mí...

—Claro que ello no terminaría ahí, mas guardaba lo que seguiría para la privacidad de ambas. De un silbido, hizo llamar a su escoba, sentándose en la misma, la cual flotaba sobre el suelo. Invitó a Erika a subir tras ella y aferrarse a sí, antes de emprender el vuelo a una velocidad mesurada. Por supuesto que el destino ya su compañera lo adivinaría, la torre en la que la rubia vivía no tardó en alzarse por sobre el horizonte.—