una especie de caja que no recordaba haber puesto, ni visto antes. La guardó, y esperó pacientemente a llegar a su habitación para sacarla de nuevo. Abrirla buscando curiosear su contenido bastó para que el anillo en su interior brillara, liberando una especie de bola luminosa desde la que después se materializó Plagg, su kwami-

¡Hola, genio de la lámpara!

-Adrien no se asustó; muy al contrario, se emocionó. Su vida hasta ese momento le resultaba solitaria, aburrida, e incluso sombría. La llegada de ese extraño gato volador era algo increíble.

Tuvo que perseguir al glotón por toda la habitación para recibir alguna explicación. Pronto entendió que el mayor poder que le otorgaría ese kwami sería el de poder decidir un cambio. En el momento en el que escuchó las palabras que le concederían [...]