*La temporada había llegado. Aquel suculento vegetal, antaño mostrando lozanas hojitas verdes, ahora las veía recubiertas de un rocío sensual, como recién regada en un escaparate de Wal-Mart. Era la hora sonada para reproducirse, y no habría de faltar a su reloj biológico (suponiendo que los vegetales tenga uno). De modo que se mostraba, tan frescamente sensual como era, con el mayor de los descaros, invitante a encontrar un macho lechugón que pudiera hacerse cargo de sus necesidades "femeninas", puesto que se asume ese es su sexo dado el género de su nombre.*