Sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar su nombre, al mismo tiempo que se ponía de pie. ¿Alguien sabía su identidad? Pero lo más sorprendente es que conocía esa voz. No es posible se repitió. Clavó sus ojos en el suelo y sus manos en sus piernas. No. Es. Posible.

Repitió esa idea despacio, queriendo que su cerebro se la grabara hasta que estuviera del todo convencida. Se dió media vuelta y soltó un grito ahogado al ver nuevamente a Chat Blanc. ¿Por qué? Tragó saliva sin atreverse a moverse.

– ¿Chat? – musitó, sin poder creer que su mayor temor se hiciera realidad.