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Muerte estaba en el tercer reino, el reino de los hombres después de mucho tiempo desde su última visita. Sin embargo, no vino a explorar o a tomar vacaciones sino a cumplir con su deber, tal y como los jinetes siempre han hecho, en esta ocasión consistía en acabar con un espíritu y por suerte para él se lo había encontrado.

— Ahí estás.

Sin más tardar el jinete pálido tomó una de sus guadañas y la arrojó hacia el espíritu, cortando una parte de este y obligándolo a huir, salvando a su vez al humano.
 
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