Las horas avanzan sigilosamente mientras la ciudad con claras señas de destrucción se opaca bajo el abrazo de la infinita oscuridad. Ni siquiera la luna sobre el cielo se atreve a mostrar su brillo, solo ruinas y sollozos temerosos; expectantes, rogando que al fin la pesadilla se disuelva y puedan despertar solo levantándose de un mal sueño. Pero la realidad siempre consigue mostrar el lado crudo y verdadero de las cosas, un nuevo crujido, seguido inmediatamente por el desplome de las frágiles estructuras; gritos, gemidos y temor son sepultados bajo las poderosas
garras del demonio en cuestión de segundos. Es ahora que sobre aire, una cortina de polvo se eleva, solo los infernales ojos de la criatura consiguen divisarse al fondo de la penumbra, sus extremidades triturando los escombros avanzan a un paso, que solo deja claro aquel porte orgulloso por tanta destrucción y muerte ....
