─ Cuando quieres, eres capaz de decir tremendas tonterías. Ese imbécil no tenía porque estar detrás tuyo, ya le habías dicho que no te interesaba darle tu número ─renegaba, pero no se movía para que ella pudiera darle las puntadas necesarias para asegurarse de que la herida sanaría.

─ ¿Me seguirás recriminando que acabé con su vida? ─hizo una pequeña mueca de dolor tras recibir una puntada. ¿Será que estaba nerviosa aún? Para él, lo ocurrido había sido estúpido, ¿Cuándo podría un imbécil lograr dañarlo? Lo otro, era normal, arrebatar vidas era cosa de todos los días.