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-En esos momentos, sintió que el alma iba a fracturarse en mil pedazos como una copa de cristal que cae y se fragmenta. Miraría al frente y volvió a caminar a pesar de su deseo por romper el llanto ante la situación que no hacía mucho sucedió.-
—La puta debe estar dentro... Probablemente con ese viejo horrible en su oficina. -Le indicó mientras se adentra con cautela entre los pasillos y las edificaciones, escuchandose entre los alrededores voces, susurros o gritos infantiles mientras caminan por aquel largo patio de juegos y llegando a un lugubre apartado de aquel derroido colegio. Suspiró con pesadez.-

—Esa puta... Esa maldita puta... -Señaló el edificio.-