Tergiversó una labor tan inocente a su favor; revisar las redes sociales a modo de sana convivencia quedó en un segundo o tercer plano. Para lo que a otros les resulta un medio de ocio era para Joe una fuente de información valiosa. Deslizaba el dedo pulgar sobre la pantalla del móvil. Vamos, que no se es el mejor prestidigitador del mundo de un día al otro, cuando lo que antes considerabas innecesario ha pasado a cobrar importancia. Fue gracias a su vecina, una adolescente de unos 14 o 16 años que lo llamó amistosamente 'cavernícola de la tecnología' que Joe estaba ahí entretenido con los resultados arrojados por el buscador. Mercy Brown, su nueva obsesión, parecía ser lo suficientemente cuidadosa con la privacidad en la net. Cuentas privadas, dos o tres fotos, nada especial.