—Escuchó con atención al joven y luego de darle esa pequeña muestra de afecto, continuó acariciando su espalda a manera de apaciguador para que el se sintiera apreciado y en confianza, después de ello, al notar como rascaba su nuca retiró su mano y la puso sobre sus propias piernas.— Cuando vuelvas a sentirte ataviado, puedes irme a visitar, te prepararé un delicioso té con panecillos, puedes contarme todo lo que quieras. Y muchas gracias, es bueno saber que cuento contigo también, puedes considerarme como una amiga... A-Aunque quizá sea pronto, pero de corazón yo lo siento así. —Al observar su cabello dorado que brillaba aún más con el sol se asombró y sin pensarlo muchó tomó un pequeño mechón con su mano.— Que bonito cabello tienes, tan brillante y suave.