Nuevamente lo tomó con la guardia baja, pero su error fue haberla soltado por la conmoción de esos labios conectándose a los suyos. Un mareo repentino, una euforia aplastante, una emoción angular en su espalda que segregaba de forma errónea corresponder esa unión. Esta vez los dedos se desplegaron sobre sus caderas como si intentara alejarla pero su fuerza mermaba a la fría boca que condenaba con marcarlo nuevamente.
Otra vez las preguntas surgieron de la menguante reducción y capacidad de deshebrar los acontecimientos que a ella la llevaron a tornarse tan... "Romántica" con él, aunque también estaba perplejo de que ese aliento frío, venenoso, mortal; ahora se dejaba sentir cálido, como termómetro directo de ese calor corporal interno
