-En efecto. Todo el tiempo había sido capaz de detectar la presencia del Ángel de la Muerte, aunque no habría podido ser capaz de identificar quien era. Solo su apariencia cadavérica y la abrumadora presencia, le decían 100% a la Vairant que no eran de fiar.

Sin embargo, ante el comentario del azabache, pese a la desventajosa situación, Lusdry no pudo evitar sonreír, clavando la imagen de su alabarda en el piso del parque, sin hacer el mínimo ruido por ser una presencia espiritual.

—Usted no lee las noticias, me doy cuenta. Hace tiempo que el peligro nos acecha. No hace mucho, esta ciudad se recuperó de una invasión ¿Dónde estaban ustedes que se preocupan de que no hayan disputas ajenas a su mundo? Hemos vivido en relativa paz por siglos, entre ustedes, sobreviviendo por culpa de las mentiras y traición de un tercero que no contento, ha enviado a otros vairant a atacar este mundo.