-¿Cuantas veces habían sido ya las que se había metido en situaciones extrañas durante sus noventa y siete años de existencia? Sin duda Vasiliy no podía contarlas, sin duda su misma existencia ya era extraña-

-Contemplo por breves momentos la taza de té delante de él, en el pudo ver su rostro juvenil, rostro que no iba acordé a su verdadera edad. No pudo evitar sentirse algo aliviado, pues por un momento pensó que esta situación en la que se encontraba era completamente de fantasía, algo que incluso volvería locos a los miembros de la Agencia Espacial Rusa. Se encontraba en otro mundo-

—Ah, por favor dígame solo Vasiliy y dos de azúcar gracias—

-Dedicó una pequeña sonrisa a la mujer que le había encontrado luego de quemar hasta las cenizas un campamento con lo que el pensaba eran nativos locales, pero ellos habían tenido la culpa, ellos le habían atacado ¿No estaría en problemas o sí?-