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-Arrebato sus mejillas entre mis palmas frías y decido obligarlo a cruzar miradas, ¿quién era ese niño amedrentado de inseguridades? El lobo guardó sus colmillos y su piel era demasiado suave como su carácter.-

La mano que golpea tus enemigos debe ser de hierro. Si muestras debilidad, el precio que pagaremos será peor a la muerte de nuestro padre.
 
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