Aún sumido en la tormenta de mis emociones y pensamientos, cuando estoy cansado o frustrado, aún en esos momentos de agonía encuentro la fuerza necesaria para seguir. Porque mientras otros caen, se paralizan o disuelven bajo las aguas tormentosas, yo las enfrento e incluso descubro la belleza en hacerlo, pues cada fría gota no trata de enviarme al suelo, por el contrario, limpia mi cuerpo arrastrando esos males del pasado lejos, convirtiéndolos en el barro que con orgullo pisoteo.