Frunció el entrecejo con ligereza, era algo que realmente causaba cierta incomodidad ante la tremenda concentración de energía. Una mirada llena de tenacidad apareció en su rostro. — Parece que no hay de otra. —

Aquel alzó su bastón con un rubí incrustado en el mango donde comenzaría a realizar lo mismo, energía comenzó a acumularse en aquella joya que rápidamente formó una pequeña esfera en la que abundaban algunas descargas. — Espero que sepas lo que haces. — Comentó en voz baja, esperando que el resultado fuese tan favorable como ella comentaba.