—Cruzó los brazos encima de la mesa, sus enormes ojos azules no se apartaron de las manos del rubio en ningún momento. El mesero volvió a ellos con mala cara cuando sólo hubo que rellenar dos vasos con hielos, sólo para presenciar después tal espectáculo que concluyó en una bebida burbujeante que se murió por probar, pero...— ¿Está hirviendo? —El mesero corrió a la barra, sabía que los echarían pronto por "ingresar con bebidas ajenas al loxal", así que sin esperar respuesta, tomó el vaso.— Bien, bien, Hakuna Matata, que la Fuerza esté conmigo. Amén —recitó con rapidez y se empina el vaso, apretando los párpados mientras se bebía todo el contenido de un sólo trago.al acabárselo jadeo con satisfacción, quedando con una sensación extraña pero rica en la garganta—. ¿Está sí era una poción de amor? —Inquirió tan risueña que se tivo que tapar la boca con las manos.—