Qué..., qué... sensación tan extraña pero a la vez tan hermosa.
Nadie le ha dicho antes algo así. Cielos, nunca imaginó que pasaría el día que una persona le dijese cumplidos como ese. Además de que era Haru quien le dice todas esas confesiones tan cursis pero al mismo tiempo muy agradables. Incapaz de poder borrar el rojo de sus mejillas, el menor miró a un costado carraspeando la garganta. Venga, es imposible que se muestre como tal.
—Tampoco lo tomes de ese modo. ¿Acaso quieres que me de un paro cardíaco o qué? —