**Al ver el pavor del muchacho, y olfatearlo; el esparvus sonríe de manera torcida y con euforia. Se toma la libertad de olfatear groseramente su cuello para "saborear" todo ese miedo que los poros del muchacho emanan para él.**
Adelante... **Susurra, cerca de su oído, para apresar un trozo de la piel del cuello ajeno, entre sus afiladas mandíbulas, provocando, ddesde luego, que sangre levemente desde la zona donde muerde.
Dicho aquello, lo suelta del cuello, tan sólo para tomarlo de un brazo con firmeza, y forzarlo a que lo guíe a un sitio más privado, con autoridad implícita.**