Su amigo cecaelia se había logrado escapar y el escurridizo cocodrilo, más ingenioso que Houdini, también. Siempre se le escapaba, pero eso no les había impedido a los piratas darse un buen festín con la pesca que hicieron después.

Bien comidos y ebrios, llegaron a uno de sus destinos, una isla de parada, en la que no pretendían desperdiciar demasiado tiempo. « ¡Recojan velas, perros sarnosos! » Alzó la voz la pirata con una sonrisa en el rostro, a lo que los tripulantes obedecieron, riendo por el sobrenombre.

Al atracar y bajar todos, algunos riendo, otros maldiciendo y otros cantando, la que sustituía al capitán del barco en ese viaje, divisó una figura desconocida. « ¿Hmm? Acompáñame, Smee. » pidió al viejo tripulante, que accedió nervioso a la tarea.

« ¿Y a quién tenemos aquí? » Preguntó en voz alta, una vez frente a la persona.