-Soltó una ligera carcajada por esa conducta tan inocente que tenía la chica, desde luego que no haría caso a sus palabras, sino todo lo contrario. Se cruzó de brazos casi de inmediato, negando con su cabeza una y otra vez hasta que finalmente procedió a acortar la distancia entre ambos.
Tras llegar a una distancia de un palmo, su brazo se rodeó sobre la cadera ajena y le atrajo posesivamente contra si.-

¿Y si mejor hago una verdadera maldad contigo? -Comentó en un tono seductor aunque tras terminar sus palabras una morbosa y retorcida sonrisa se manifestó en ese encantador rostro que anteriormente tenía.- Estás frente a alguien muy peligroso, ¿Segura que quieres darme ordenes?