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Soltó el trozo de pavo con una brusquedad tal, que probablemente el pobre Gaudy acabaría en el suelo a fuerza de la inercia y su propio peso en desbalance.
—¡No...!—tosió un par de veces hasta poder tragar el pedacito de carne que se le había atorado en la garganta; la presencia de su hermana hasta el apetito podía cerrarle— N-no es lo que parece, Onee-san.
—¡No...!—tosió un par de veces hasta poder tragar el pedacito de carne que se le había atorado en la garganta; la presencia de su hermana hasta el apetito podía cerrarle— N-no es lo que parece, Onee-san.
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