— Aún recuerdo el calor del primer abrazo que recibí de la Abuela, aunque fue mi error y me caí ella solo me abrazó y me consoló entre sus brazos, como las estrellas en el Cuiviénen cuando los primeros elfos despertaron. —
— Y tú siempre estuviste ahí, para verme levantarme, aún recuerdo la primera historia que me contaste y como siempre me sonreías cuando no sabía mis lecciones, la calidez que das es muy hermosa Abuelita. — Abrazó el brazo de su abuela como cuando era niña recargándose en su hombro observando fijamente los destellos que ella emanaba.
