Las noches de los días transcurridos avanzaban como agua, cuando el cazador lograba descansar, pequeños fragmentos de una revelación se presentaban ante él, cada noche más frecuentes y constantes, pues hasta las más temibles bestias necesitaban dormir. El símbolo aquel retumbaba dentro de su mente, casi lastimando el resto de sus recuerdos, abatiendolos todos para solo imperar él, ese símbolo, esa inocente chica, esa fatídica noche.

En aquella revelación, el interior de la iglesia que visitó previamente, se mostró extensa y en efecto, por todos lados la simbología aparecía. En lo más recóndito del templo sagrado, casi en una habitación oculta por el subsuelo, guiada por un pasillo tapizado de sellos y protección sagrada, los gritos desgarradores de una mujer ahogaban el silencio ¿Qué era, de qué se trataba?