— ¿Estás bien?—
Finalmente cuestionó ahondando y quizás metiendo la nariz donde no lo llamaban, pero era bastante serio el asunto como para querer indagar. Entendería si dejaba en claro el muro entre ambos mundos.
Suspiro y al mismo tiempo le ofreció un pedazo más de tela para limpiar los vidrios.
— Sé que no.. hablamos y también que no somos unidos ni nada de eso. Pero, en lo que sea que pueda ayudar lo haré sin pensar. —
Fue lo único que salió de sus labios.
— Además, voy a considerar llamarte si necesito refuerzos— Ánimo a la princesa Baudelaire como si el acto de ambos no fuese tiránico.