Se quitó los lentes para poder limpiarse las lágrimas. ¿Era esa la última vez que vería a su compañera? La fémina a la que había protegido y jurado amor por haberle consolado en un momento de soledad.
Si no había marcha atrás y escapatoria, lo único que quedaba por hacer era rodear el cuerpo ajeno con los brazos y apoyar las dos frentes.
