**Había llegado el día. SU nueva mercenaria, Miriahn, le había pedido que rescatase a su padre, de una segura ejecución, efectuada por Giselle, la Usurpadora. Si bien, en un inicio lo había pensado metódicamente, pues, tanto ella, como su paladín y protector, estén en acuerdo que aquel sujeto no era más que un sádico cobarde, y, hasta cierta manera no habría que arriesgar la vida, por un ser como aquel. La mera meta de ganarse la lealtad de la guerrera, es lo que impulsó a la joven a hacerlo. Pues, no puede ser una Reina seguida y respetada si ella no hace más que exigir lealtad (...)
**El ex verdugo, sonríe satisfecho a las palabras de ella, y, por supuesto que, aunque haya vívido dolor y brutalidad en los últimos meses; no se cuestiona sobre nada de ello; tan sólo vuelve a recostarse y, por supuesto que toma literalmente las palabras de la chica, de descansar. Finalmente, después de tanto tiempo de calvarios...
La mercenaria obedece sin más la orden del caballero y lleva un pequeño cuenco de agua al mismo, para que se lo dé a la chica; quién, al ver el líquido, se inclina con suma dificultad, para beber del mismo, un tanto desesperada. Mientras tanto, el joven, nuevo en el grupo, tan sólo observa fijamente aquella escena, con la mirada perdida, como si reflexionase sobre la misma.**
