– Eso no pensó Logan la vez que les di la bienvenida a los nuevos estudiantes en el Danger Room y los sorprendí con falsos centine... –su voz se iba apagando mientras volteaba a ver al mutante, con esa sonrisa socarrona tan típica de él– ...casi me mata... mientras dormía... ¡Remy! –volteó en todas direcciones y rodó los ojos. De no haber uno que otro joven mutante recorriendo el pasillo, habría abofeteado al castaño–. Qué bueno que no hay más telépatas por aquí –su atrevimiento ya no la tomaba por sorpresa, de hecho su irreverencia y su descaro terminaban haciéndola reír. Una reacción que pocos podían robarle a la directora.