–Ma-Mañosa... Podrías estar días así dormida. N-No siento mis piernas ¡Y ya hace frío en la sombra!.– Bufó. Pero se mantuvo inmóvil, después de todo estar al aire libre, y más aún con ella, lo valía completamente. No tardó en peinarle las hebras con la mano derecha al calmar su carácter bromista, repasandole los mechones en pico para que se marcarán bien.