**Un calosfrío escaló por su espalda mientras más le preguntaba la contraria acerca de sus motivos, y cada acto de insistencia se tornaba una gota más de sudor que resbalaba por su sien hasta su fina barbilla. El terror parecía marcarse más en su expresión, y la intentaba contener inútilmente con ambas manos.

Todo el terror parecía esfumarse cuando llegó el contacto con la contraria. Era tan cálida y suave, llena de pureza que no podía evitar sentir esa pinzada en su corazón lleno de terror. — No puede haber más búsqueda, milady... pues aquella de nombre Sibyl yace en lo más vacío de la nada del purgatorio... murió al arrojarse al río.—**