Night City era un lugar atrapante, y aquellos con fuerza de voluntad baja no solían salir bien parados entre tentaciones y adicciones que eran constantes en ese infierno de neón que los rodeaba. Dreizhen no era la excepción de aquello, al menos hacía unos meses. Las constantes pérdidas de seres queridos y amigos le habían hecho un adicto, pero no adicto a las drogas o estimulantes, ni siquiera el alcohol o el cromo era su verdadero problema. Antes de conocer a R7 su obsesión era con la muerte, y el pensar en vivir solo en el presente ya que esta podría llegarle (..)
(…) Inmersa en ese pensamiento, se vio interrumpida al sentir la calidez de una de las chaquetas del joven sobre su espalda, percibiendo el aroma de la misma como una fuente de calma cada vez que su sentido del olfato lo percibía. ━━ Mm… ¿Qué tal un helado capeado? Nana-san me conto que eran deliciosos. ━━ Expreso entusiasmada, mientras se ponía de pie para colocarse a la par del joven.
Por un instante, permaneció quieta, tratando de tomar el suficiente valor para lo que estaba a punto de hacer, y una vez consiguiéndolo, esta llevaría una de sus manos hacia el brazo derecho del joven para tomarlo de forma delicada y rodearle con el mismo. Era extraño, el contacto amistoso con otros no parecía resultarle tan complejo; sin embargo, cuando se trataba de él, una extraña aceleración de sus latidos comenzaba a generarse, al punto en que incluso le resultaba difícil respirar de forma habitual. (…)
