En aquel instante antes de que el cyborg pudiese correr hacia él y activar su metralleta, Dreizhen posicionó dos disparos bien acertados en el enemigo, uno en la mano que le destrozó varios dedos y causó que dejara caer el arma de repetición, y el otro en una de sus rodillas, escuchándose chispazos cuando esto pasó.
Deslizándose hacia el enemigo sobre el suelo mojado tomaría la AK-47 y la descargaría sobre aquel matón que buscaba hacerles daño, notándose como llenaría de plomo el torso del tipo, observándose piezas de metal, chispas, hueso y sangre adornar el piso húmedo cuando una última ráfaga no dejó absolutamente de la parte superior de la cabeza del antagonista, dejando solo de la mandíbula para abajo, y por ende dejando al acecho de David y Dreizhen solamente dos matones que probablemente habían orinado sus pantalones y estaban listos para huir.