No se inmutó cuando Circe se dejó caer a un costado, sintiendo el colchón hundirse ligeramente más debido al peso de ambos. Le miró de soslayo un momento y luego de que planteara su pregunta, su mirada se fue hacía el techo.
—Y yo que creía que era exceso de confianza. Ahora estoy empezando a pensar que eres igual de masoquista que yo. —Cerró los ojos con una sonrisa confiada, a la par de que se llevó ambos manos detrás de la cabeza para apoyar la nuca en estos. Volvió a abrir los párpados momentos después, pestañeado un par de veces, sin dejar de contemplar el techo.
—Todavía tengo que encontrar tu debilidad. Aunque estoy pensando en vendarte los ojos de entrada. Ya sabes, para provocarte un poquito de ansiedad, nada más.
— ¿Masoquista yo? — Movió los dedos sobre su vientre. — No lo sé, tal vez sí, tal vez no.
Cómo le encantaba dar siempre ese tipo de respuestas. Le gustaba dejar las cosas a la imaginación o a su libre interpretación, pero siempre su risa siempre la delataba.
Giró sobre su cuerpo hasta quedar de costado a un lado de él, con una mano sobre su cabeza para quedar un poco más alta. Lo miraba sin dejar de sonreír, con sus ojos analizando todo el rostro.
— ¿Vendarme los ojos? Soy buena adivinando, no sé si sea una buena idea. — Le dió un toque en la nariz con el índice sin darle oportunidad de un contraataque ya que se giró y le dio la espalda, fingiendo dormir.
