- Habia pasado y tiempo desde que la albina había caído en aquel estado de “muerte”, aunque por supuesto la muerte no era algo que pudiera tocarla con la facilidad que ella había pensado y deseado hace algún tiempo. Aún así no se había movido de aquel sitio donde había sido depositada, un ataúd de cristal oculto en lo más profundo de aquellos espesos bosques cercanos a las tierras de su hermano. Su cuerpo había ocupado sus energías y la sangre en ella para eliminar de el aquella sustancia ajena y por supuesto dañina, por lo que su aspecto comenzaba poco a poco a ser deteriorado y “seco”-
El féretro que la resguardaba, se acercó a paso lento mientras el cuerpo del lobo cambiaba al de un hombre, fornido de mirada fría pero firme, bastó un corte rápido en su muñeca para que el fluido carmesí brotara, no es sangre cualquiera, es más antigua que cualquiera, adictiva, una droga entre los caminantes nocturnos, aquella por la cual Drácula mismo imploraría.
⸺Levantate niña...no es tu tiempo para dormir aquí. ⸺
