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Tras tales palabras la guardía de Erick no se centró en la casa ahora en llamas, sino en la mujer. ¿Qué quiso decir con eso, acaso ella era la culpable? Advirtió cierta diversión en sus palabras, indiferente de que una casa con posibles (o quizás ya muertas) personas estuviera ahí, calcinándose.
Se volteó hacia ella, desvainando su hacha de obsidiana.
–Entonces eres la responsable –dijo preparándose para enfrentarla–, ¿disfrutaste matando a esa gente?
No tuvo chance de escuchar una respuesta, escuchó el sonido amplificado por el estaño del fuego despidiéndose desde la casa hacia él. Con hacha en mano, descargó un ataque descendente, el fuego no opuso resistencia, se dividió en dos pequeñas porciones en base a su fuerte abanicada de aire. Se apagó luego de eso. El azabache recuperó la atención en ella; esta vez más enojado.
–No creas que esta venda me hace débil. ¡Si te mataría, noble!
Gritó arrugando la nariz.
Se volteó hacia ella, desvainando su hacha de obsidiana.
–Entonces eres la responsable –dijo preparándose para enfrentarla–, ¿disfrutaste matando a esa gente?
No tuvo chance de escuchar una respuesta, escuchó el sonido amplificado por el estaño del fuego despidiéndose desde la casa hacia él. Con hacha en mano, descargó un ataque descendente, el fuego no opuso resistencia, se dividió en dos pequeñas porciones en base a su fuerte abanicada de aire. Se apagó luego de eso. El azabache recuperó la atención en ella; esta vez más enojado.
–No creas que esta venda me hace débil. ¡Si te mataría, noble!
Gritó arrugando la nariz.
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