- Habia salido de paseo por la ciudad, aquella noche deseaba alimentarse y distraerse un poco con el bullicio. Sería de pronto que sentiría un aroma conocido, su propia sangre bajando desde su ojo izquierdo por su rostro. Movió su lengua hacia aquella zona para limpiar un poco más en vano, la sangre no paraba y debió meterse por un callejón antes de llamar la atención de los humanos -
**El azabache, arquea una ceja, al mirar como la vampireza, tan despreocupada extiende su mano hacia el fuego, y no sólo permite que este la envuelva. Sin embargo, contrario a la reacción que se esperaría de él, una estridente carcajada se hace presente. Tanto por la imprudencia, como por el afán retador de la joven, pese al hecho de que sí, aunque los vampiros son seres poderosos, no están cercanos a desatar todos los poderes del abismo, como si lo está su casta.** ¿Sabes que es fuego infernal? **Inquiere con una gélida calma, para luego añadir.** Y que ese fuego, soy yo quien lo está produciendo...
