-La anciana mujer no le quita la mirada de encima al peculiar y galante joven que acababa de llegar con su nieta. Poco a poco tomó asiento sobre un largo petate tejido a mano, seguido de tomar un reboso artesanal hecho mano para cubrir su cuerpo encurvado y bastante cansado por el arduo trabajo de la cocina y el campo. A las afueras de esa humilde vivienda, el gélido viento comienza a sentirse.-

A: Hija ¿Podrías ayudar a tu abuela a traer las demás cosas para comer?
- ¿Ahhh? Si abuela. -Mencionó la chica colocando su largo búmerang a un costado de la puerta, acercando las tazas de barro que contienen esa rica bebida hecha de maíz y chocolate, habiendo acercado los alimentos que la anciana preparó, después se sentó junto a la anciana y a su amigo invitándolo a comer aquellos benditos alimentos propios de esa cultura.-