Debía explicarle, todo había sido obra de él, nadie estaba en peligro.... A excepción de los muertos por el padre de Bayaseto, esos si estaban muertos desde hace años.
Su caminar fue apresurado, no debía perder la esencia magica.

Al llegar, su recibimiento obviamente no fue el más grato.

—"Por mis dioses..."—murmuró el caballero se congeló en su sitio, aquello era una hembra viva de una antigua raza, las que quedaban ya eran infertiles y su tamaño no superaba el 1.65m. Recordaba verlas en pinturas así de altas, pero jamás en persona. Ella sonaba amenazante. ¿Y porqué estaba hablando elfico? ¿Acaso era de las tribus más adentro del bosque cuyo lenguaje se fusionó con el elfico? Tantas preguntas, pero el peor de los escenarios. Debía ser rápido y decisivo o ésto iba a acabar muy mal.

Sin pensarlo dos veces, se removió el yelmo dejando ver su rostro ojos azules, piel blanca como una muñeca, cabello color marfil, su rostro tenía encantos femeninos, sin embargo su voz era masculi